Y es que la Fiesta de su Inmaculado Corazón nos remite
de manera directa y misteriosa al Sagrado Corazón de Jesús. Y es que en María
todo nos dirige a su Hijo. Los Corazones de Jesús y María están
maravillosamente unidos en el tiempo y la eternidad...
La Iglesia nos enseña que el modo más
seguro de llegar a Jesús es por medio de su Madre. Por ello, nos consagramos al
Corazón de Jesús por medio del Corazón de María. Esto se hace evidente en la liturgia,
celebramos el día viernes la fiesta del Corazón de Jesús y ayer sábado, la
fiesta del inmaculado corazón de María, en la semana siguiente al domingo del
Corpus Christi.
María, Madre de Jesús y nuestra, nos señala hoy a su
Inmaculado Corazón. La imagen que veneramos del Corazón de María, nos muestra
un corazón rodeado de rosas blancas como signo de su pureza total, que además
está atravesado por una espada, figura utilizada por nos invita a vivir el sendero del dolor y
alegría, para purificar nuestras almas y llegar al corazón de Jesús.
Santa María, Mediadora de todas las
gracias, nos invita a confiar en su amor maternal, a dirigir nuestras plegarias
pidiéndole a su Inmaculado Corazón que nos ayude a conformarnos con su Hijo
Jesús.
Ella, quien como lo muestra el evangelio, atesoraba y
meditaba todos los signos de Dios en su Corazón, nos llama a esforzarnos por
conocer nuestro propio corazón, es decir la realidad profunda de nuestro ser,
aquel misterioso núcleo donde encontramos la huella divina que exige el
encuentro pleno con Dios Amor.
Joseph Ratzinger
« Corazón » significa en el lenguaje de la Biblia el
centro de la existencia humana, la confluencia de razón, voluntad, temperamento
y sensibilidad, en la cual la persona encuentra su unidad y su orientación
interior. El «corazón inmaculado » es, según Mt 5,8, un corazón que a partir de
Dios ha alcanzado una perfecta unidad interior y, por lo tanto, « ve a Dios ».
La « devoción » al Corazón Inmaculado de María es, pues, un acercarse a esta
actitud del corazón, en la cual el « fiat » —hágase tu voluntad— se convierte
en el centro animador de toda la existencia. Si alguno objetara que no debemos
interponer un ser humano entre nosotros y Cristo, se le debería recordar que
Pablo no tiene reparo en decir a sus comunidades: imitadme (1 Co 4, 16; Flp
3,17; 1 Ts 1,6; 2 Ts 3,7.9). En el Apóstol pueden constatar concretamente lo
que significa seguir a Cristo. ¿De quién podremos nosotros aprender mejor en
cualquier tiempo si no de la Madre del Señor?
Venerar por tanto su Inmaculado Corazón significa,
pues, no sólo reverenciar el corazón físico sino también su persona como fuente
y fundamento de todas sus virtudes. Veneramos expresamente su Corazón como
símbolo de su amor a Dios y a los demás.
HISTORIA
La fiesta del Corazón Inmaculado de María fue
oficialmente establecida en toda la Iglesia por el papa Pío XII, el 4 de mayo
de 1944, pero esta se inicia en el siglo XVII, como consecuencia del
movimiento espiritual que procedía de San Juan Eudes.
Más adelante, en diciembre del año 1925 la Virgen
Santísima se le apareció a Lucía Martos, vidente de Fátima, y le prometió
asistir a la hora de la muerte, con las gracias necesarias para la salvación, a
todos aquellos que en los primeros sábados de cinco meses consecutivos, se
confesasen, recibieran la Sagrada Comunión, rezasen una tercera parte del
Rosario, con la intención de darle reparación.
En la tercera aparición de Fátima, Nuestra Madre le
dijo a Lucía: "Nuestro Señor quiere que se establezca en el mundo la
devoción al Corazón Inmaculado. Si se hace lo que te digo se salvarán muchas
almas y habrá paz; terminará la guerra.... Quiero que se consagre el mundo a mi
Corazón Inmaculado y que en reparación se comulgue el primer sábado de cada
mes.... Si se cumplen mis peticiones, Rusia se convertirá y habrá paz.... Al
final triunfará mi Corazón Inmaculado y la humanidad disfrutará de una era de
paz."
"Diles a todos que pidan esta gracia por medio de
ella y que el Corazón de Jesús desea ser venerado juntamente con el Corazón de
su Madre. Insísteles en que pidan la paz por medio del Inmaculado Corazón de
María, pues el Señor ha puesto en sus manos la paz del mundo."
El Papa Pío XII, el 31 de Octubre de 1942, al
clausurarse la solemne celebración en honor de las Apariciones de Fátima,
conforme al mensaje de éstas, consagró el mundo al Inmaculado Corazón de María.
Asimismo, el 4 de mayo de 1944 el Santo Padre
instituyó la fiesta del Inmaculado Corazón de María, que comenzó a celebrarse
el 22 de Agosto.
Una
práctica que hoy en día forma parte integral de la devoción al Corazón de
María, es la Devoción a los Cinco Primeros Sábados. En diciembre de 1925, en Fátima
le dijo a Lucía: "Yo prometo asistir a la hora de la muerte, con las
gracias necesarias para la salvación, a todos aquellos que en los primeros
sábados de cinco meses consecutivos, se confiesen, reciban la Sagrada Comunión,
recen la tercera parte del Rosario, con intención de darme reparación".
Como
es sabido, el Papa Juan Pablo II pensó inmediatamente en la consagración del
mundo al Corazón Inmaculado de María y compuso él mismo una oración para lo que
definió « Acto de consagración », que se celebraría en la Basílica de Santa
María la Mayor el 7 de junio de 1981, solemnidad de Pentecostés, día elegido
para recordar el 1600° aniversario del primer Concilio Constantinopolitano y el
1550° aniversario del Concilio de Éfeso. Estando ausente el Papa por fuerza
mayor, se transmitió su alocución grabada. Citamos el texto que se refiere
exactamente al acto de consagración:
«
Madre de los hombres y de los pueblos, Tú
conoces todos sus sufrimientos y sus esperanzas, Tú sientes maternalmente todas
las luchas entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas que sacuden al
mundo, acoge nuestro grito dirigido en el Espíritu Santo directamente a tu
Corazón y abraza con el amor de la Madre y de la Esclava del Señor a
los que más esperan este abrazo, y, al mismo tiempo, a aquellos
cuya entrega Tú esperas de modo especial. Toma bajo tu protección materna a
toda la familia humana a la que, con todo afecto a ti, Madre, confiamos. Que se
acerque para todos el tiempo de la paz y de la libertad, el tiempo de la
verdad, de la justicia y de la esperanza ».