domingo, 24 de abril de 2016

MEDIACIÓN MARIANA


Nos hemos detenido muchas veces a reflexionar sobre el incomparable amor de nuestra Señora por su hijo, amor que es digno de imitar y que lleva a todo Cristiano al culmen de su fe y su entrega personal y apostólica. Hemos también, meditado sobre el amor que todo hijo de Dios debe dar a esta madre tan maravillosa que nos lleva a Jesús. Pero es igualmente importante resaltar el amor de esta Señora sobre cada uno de nosotros. Sí, María nos ama, nos ama profundamente como a sus hijos, porque le fueron entregados por el mismo Cristo desde la cruz, en la persona de Juan. Es cierto que no nacemos de María, como nació Jesús, pero hemos nacido como iglesia en el Espíritu de Jesús el día de pentecostés, una iglesia que camina de la mano de María.

Se dice que María es la medianera de todas las gracias, pero, ¿qué significa esto verdaderamente?
Hemos de imitar a María en todo, porque es la representación del auténtico ser humano y del auténtico cristiano que se debe a la mirada complaciente del Padre, sin embargo hay que entender que María, como lo ha dicho Isabel, es la bendita entre todas las mujeres y es precisamente por su ser la madre de Cristo, que María lleva en ser la gracia para acogerle y para darle al mundo.

En palabras del Angel mensajero, es decir en palabras del mismo Dios, María es la llena de gracia, única creatura con este título, porque en su seno se había de gestar la semilla divina, el hijo de Dios. Entonces, si María es la llena de Gracia, la mujer única y bendita que alberga la gracia necesaria para ser la madre del Salvador, es también la comunicadora por excelencia de esa gracia.

Hemos afirmado en este programa que María no se dejó nada para sí, todo lo entregó incluso al extremo, por lo tanto si ella que es abundante en gracia y generosidad pura, también entrega esta gracia a sus hijos, a la Iglesia engendrada en el mismo Espíritu de Dios.

No debemos temer en pedir cosas a María, porque su gracia es auténtico regalo de Dios y como todos los seres humanos estamos llamados a entregar todo de sí, incluso su propia vida; María dispensa de gracia a sus hijos a través de muchas formas.

Algunos cristianos son reacios en pedir cosas a la Santísima Virgen, algunos llenos de prejuicios engendrados en todo el movimiento protestantista, sin embargo, es un misterio sublime que Dios quiera salvar a sus hijos a través de la que es llena de gracia, dispensar su gracia, puesta en María a todos aquellos que quieran salvarse.

Es verdad que María es nuestra madre, por lo tanto, debemos actuar como hijos, que al ejemplo de las familias humanas, solicitan a su madre algunos favores que saben que a través de ella pueden dárseles.
Y no es que perdamos la libertad de buscar a Dios de manera independiente, es más no hay más libertad que dejarse caer en los brazos de María esperando su gracia y su amor.  Un autor católico, Mauricio Zundel escribía sobre la libertad de Dios:

"Da de veras lo que da,
Da aun lo que demanda
Y da dos veces lo que recibe".


Esta es la libertad del que ama a María, una libertad que busca una mejor unidad. Quisiera compartirles un fragmento del Libro la Teología del Apostólado sobre este tema:

“Cuando invocamos a María, la acercamos al horno que la abrasa, la unimos más y más a su único amor. Al decirle: "El Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres", María se vuelve con alegría hacia Aquel que está viviendo en Ella y que la inunda de bendiciones. A medida, pues, que suben hacia Ella nuestras pobres Avemarías tan penosamente desgranadas por nosotros, María las trasmuta en himnos, en doxologías triunfales. Indefectiblemente se opera una especie de divina magia: nosotros decimos "María" y Ella replica: "Dios" y a Dios place oír como si fuera nuestro lo que Ella le dice en nuestro lugar. ¡Intercambio admirable! ¡María vuelta hacia Dios para mejor oírnos y protegernos!”

María es nuestra respuesta ante el llamado de Dios, la que nos prodiga las gracias del Mismo Dios y la que en su amor excelso nos muestra el camino del seguimiento cristiano

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